En Diego Sinisterra, un tipo de apariencia serena y apacible la fotografía se convierte en arte. Porque es un auténtico apasionado de su profesión, capaz de encontrar en el más mínimo de los detalles, la esencia de una imagen que lo cuenta todo, que describe y alcanza a enseñarnos cosas que las mismas palabras son incapaces de transmitir.
Ese sentimiento, educado en prestigiosas academias en España y Estados Unidos ( se hizo fotógrafo profesional en Nueva York) le han permitido atesorar en 25 años de actividad continua gran parte de la historia deportiva del país en destacadas publicaciones impresas, virtuales y audiovisuales.
Su pasión por la fotografía es genética. Nació de la afición que por esa actividad tuvo su padre, don Pedro Nel, quien llegó a montar un estudio en su casa y en ese ambiente de cámaras, lentes, rollos y químicos nació el entusiasmo por ésta profesión, que inició registrando durante los fines de semana las fiestas sociales del barrio. Mientras terminaba el bachillerato seguía creciendo el interés de la fotografía, leyendo manuales, investigando y preguntando. Sin tener el espíritu de un aventurero redomado, Diego Sinisterra no le teme a los riesgos y esa manera de sentir la vida lo llevó en largos periplos por Europa y Estados Unidos, donde alcanzó su máximo crecimiento estudiando en Academias especializadas, pagándose el esfuerzo como reportero gráfico independiente en distintas publicaciones deportivas y culturales.
Y esa pasión por el deporte también tiene genes. Su amor por el Deportivo Cali, que lo hizo soñar un día con ser el reportero de esas emociones. Lo consiguió el día en que armado de una carpeta de fotografías tocó las puertas del semanario deportivo Balón en Cali. Sus convicciones ayudaron y apenas unos días después estaba en la cancha del Pascual Guerrero. Solo que ese domingo de 1986, olvidó que tenía una cámara colgada al hombro para convertirse en un hincha más que gritaba los goles y poco le faltó para ingresar al campo para abrazarse con Redín y Valderrama. La novatada por poco le cuesta el puesto.
TODO POR UNA FOTO
Las anécdotas que ha vivido Diego Sinisterra en éste trasegar de 25 años detrás de las lentes son tantas como para escribir un libro. Una de las que más recuerda por poco le cuesta la vida. El protagonista: Faustino Asprilla. El entonces delantero del Parma había llegado a Tuluá para rendir indagatoria sobre una acusación por porte ilegal de armas. Decenas de periodistas esperaban a la salida de la Escuela de Policía la salida del ¨tino¨ que quien solo se sabía lucía un vestido café. Y apareció presuroso el hombre y rápidamente abordó un vehículo. La persecución fue de película por las trochas vecinas, con tan mala suerte que el conductor del vehículo del Diario Deportivo perdió el control y la camioneta dio una vuelta de campana. Se salvaron de milagro. Luego se enteraron que al tipo que perseguían era un señuelo, pues el verdadero Asprilla había salido minutos antes disfrazado de policía.
MENSAJERO DE LUJO
Cubriendo la Vuelta a España de 1993, una vez finalizada una de las etapas tomó un tren con destino al aeropuerto Barajas de Madrid para enviar el rollo de fotos con alguno de los pasajeros que tomaban el vuelo Madrid- Bogotá. El internet era ciencia ficción por aquellas calendas. El problema es que nadie quería tomar esos rollos por fundados temores sobre algún envío extraño. En medio del desespero y con el vuelo a punto de cerrarse, apareció el científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo, quien venía procedente de Bélgica. Diego lo reconoció, le echó el cuento con súplica incluída y finalmente el médico autor de la vacuna sintética contra la malaria, aceptó. Un mensajero de lujo que los funcionarios del Diario Deportivo en Bogotá, no se lo creían.
Nacido en Cali, el 27 de Abril de 1968, Diego Sinisterra hace camino al andar. Su proyecto inmediato está fijado en el cubrimiento gráfico del Clásico RCN Comcel 2011, que se inicia el próximo 30 de septiembre en Neiva. Su sueño: llegar a unos Juegos Olímpicos. Un sueño del que está cada vez más cerca en gracia a su talento y profesionalismo que le han valido el pleno reconocimiento de las grandes instituciones deportivas del país.