Un reloj y una Bola decidirán la Vuelta

La contrarreloj de Peñafiel, de 46 kilómetros, se presenta con las plazas del podio en menos de un minuto, por lo que marcará el destino final de la Vuelta a España, en la que los españoles Purito Rodríguez, maillot rojo, y Ezequiel Mosquera, tercero en la general, se batirán sin reservas a pesar de estar convencidos en ambos casos de que el italiano Vincenzo Nibali "es superior a todos", y con la idea de llegar con opciones el sábado a la Bola del Mundo.

La contrarreloj de Peñafiel, de 46 kilómetros, se presenta con las plazas del podio en menos de un minuto, por lo que marcará el destino final de la Vuelta a España, en la que los españoles Purito Rodríguez, maillot rojo, y Ezequiel Mosquera, tercero en la general, se batirán sin reservas a pesar de estar convencidos en ambos casos de que el italiano Vincenzo Nibali «es superior a todos», y con la idea de llegar con opciones el sábado a la Bola del Mundo.

La montañas cántabras y asturianas han elegido el trío de candidatos, ahora falta decidir el orden de la medallas. Dos españoles versus un italiano. El ciclista transalpino cuenta con el reloj como aliado, Purito y Mosquera miran con cara golosa el muro de la Bola del Mundo. A partir de ahí toca sacar la calculadora.

¿Cuánto sacará Nibali a sus adversarios en Peñafiel?. La pregunta del millón en la víspera de la etapa. El líder no se presiona, ni siquiera salió a reconocer el recorrido en la jornada de descanso. Prefirió entrenar un par de horas y preocuparse de cuestiones ajenas a la batalla que se avecina. Confianza no le falta al ciclista catalán, en su momento más dulce desde su debut profesional. Su terreno es otro, pero se resiste a claudicar de antemano.

«Me gustaría salir de Peñafiel vestido de rojo, sería importante para mi, un gran paso para ganar la Vuelta. Espero una crono igualada, intentaré no perder el liderato y estar lo más cerca posible de los rivales directos», dijo Purito.

El líder de la Vuelta no es el mismo corredor que el de años anteriores. Ahora es el jefe, no el gregario; actualmente su palmarés engorda con celeridad, antes ayudaba a la gloria de sus jefes de filas, y además se siente con fuerzas y llevará las pilas extras del maillot amarillo.

Si las cuentas no le salen en la cronometrada, quedará un cartucho, y Purito anuncia desde ya que venderá cara la derrota.

«En la Bola habrá muchas diferencias, es un puerto largo. Si en la etapa de Coto Bello hubo diferencias, en la sierra de Madrid puede suceder lo mismo. En la Bola del Mundo hay que darlo todo, hay que morir encima de la bici para sacar tiempo», explicó.

Mosquera si se molestó en ir a conocer el circuito del vino. El jefe del Xacobeo las pasó canutas en Coto Bello, pero también los demás, empezando por Nibali, que claudicó ante Purito. El gallego admite que Nibali es superior, pero para él hay premisas a tener en cuenta.

«No sé lo qué puedo perder con Nibali. En condiciones normales nos saca bastante tiempo a todos, pero no podemos hablar de condiciones normales porque estamos al final de la Vuelta, es una crono larga y las fuerzas ya van estando muy justas», señaló.

Lo cierto es que Mosquera tiene la ocasión de su vida para pisar el podio en Madrid. Su batalla está enfocada más a Purito que a Nibali, y admite que el líder del Katusha, a quien siempre ha superado en contrarreloj, «no tiene nada que ver con el de años anteriores».

Por su parte, Nibali aprovechó la tregua para realizar un suave entrenamiento y descansar. Pasó dificultades en Coto Bello, pero sabe que tiene su final particular en la crono, separado por 33 segundos del liderato y 20 segundos delante de Mosquera. El «tiburón», séptimo en el Tour y tercero en el Giro, también se encuentra ante una oportunidad histórica. Con 25 años se puede estrenar en una grande y su ambición es hacerle ese regalo al ciclismo italiano.

Del resto de favoritos iniciales tan solo Frank Schleck se encuentra en posiciones cercanas al podio. El campeón de Luxemburgo es cuarto a 1.23 de Mosquera, que defenderá su tercera plaza.

Aparte de la lucha por el poder de la carrera, la contrarreloj de Peñafiel, completamente llana, podría servir para ver de nuevo en acción al «desaparecido» Fabian Cancellara (Saxo Bank), perdido en el pozo de la general, sin protagonismo alguno en la carrera. Si el triple campeón del mundo de la especialidad está en condiciones debería obsequiar al personal con una de sus exhibiciones.

La Vuelta llega emocionante a su tramo final. El fin de semana podría resolver las dudas si no hay dictamen en tierras vallisoletanas. La etapa inédita de la Bola, con sus terroríficos últimos 3,5 kilómetros con rampas de hasta el 20 por ciento garantizará el espectáculo, aunque hay quien avisa de los riesgos en las etapas intermedias.

El trayecto entre Valladolid y Salamanca ofrecerá viento con seguridad, luego habrá nervios, y Purito también advierte del riesgo entre Piedrahita y Toledo. Y si hay dudas a «morir encima de la bici» en la Bola si el reloj no marca una hora definitiva en la edición del 75 aniversario.

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